Al último llamado vino el lobo,
dejando tras de sí huellas de nieve,
alargando con sus pasos fuertes las sombras
de las cumbres secretas,
hasta los lindes abiertos
del bosque que ha resultado ser mi mente.
Un universo acabado y poblado mayor que sí mismo,
infinito aún con los confines definidos,
vivo más allá de los lagos de los pensamientos.
Buscaba asomarse a esa última poesía,
arroyo capaz de devolverle el reflejo,
"¿Qué ves?", le he preguntado.
A veces abro compuertas sólo para llegarle,
y ese río es tanto yo como él pueda necesitarme.
"¿Qué ves?", atosigo, he tejido agua y
quiero ver si puede mirarse.
"A mi, a ti,
el universo entero que entre ambos cabe",
ha respondido.
"La verdad"
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