sábado, 21 de enero de 2012

Bruja

Quieren encerrarme para siempre en mí,
quieren aprisionarme en la mansedumbre,
tan ajena a mí como a este organismo ganado feral y libre.
Me definen desmembrándome, empequeñeciéndome,
negándome las puertas y caminos de la noche,
para hacerme despertar cada vez en este mundo
con la sangre abierta en ríos distintos,
parte alzada por la fuerza de una vida propia y llena de lunas,
y otra que se disuelve entre los mordiscos nacidos de una furia ingobernable
la furia por no poder ser mansa.
¿Quién habita en mí?
No se corresponde mi piel de mujer con el corazón de lobo.
Mansedumbre.
Me desmiembran, me parten, me anulan.
Yo que detengo a toda sombra y atravieso envuelta en luz
los negros pasos del presente amargo y del pasado;
que conozco todos los caminos, y abismos.
Mansedumbre
Yo que me alimento de cielos abiertos, señora de los bosques,
de un reino ajeno a lo humano que va conmigo, como mis ojos o mis manos,
o se cae rendido en ruinas con las puertas abiertas a la
invasión del enemigo de toda vida.
Lobo sin hambre de cielos.
Cada noche desgarro a dentelladas todo trozo de mi corazón,
mansedumbre
y cada amanecer me esperan en mi celda de deber.
Puedo devorar a los dioses de la muerte
con su sangre fortaleciendo mi cuerpo equivocado,
puedo devorar a los dioses y en sus ojos se reflejará el rostro de uno
y sin embargo sólo bebo en los charcos de los hombres
un amargo mejunje mezcla de piedad y miedo que empequeñece el alma,
mientras alzan todas las piras, luces que incendien la noche en vez de iluminarla.
Bordaré la batalla en los dos lados de mi piel.
He ganado mi mente de bestia libre en la intemperie,
y mi corazón de mujer cambiando mente por jirones de la mansedumbre exigida
¿Quién gobernará en mí?
¿Quién me defenderá, bastión en ruinas en bosque más que viejo, atado al cielo libre?
¿Y quién me defenderá del roer de mi hambre de libertad que,
despacio y a oscuras, desde mis propios dientes, está convirtiéndome en bestia?


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