jueves, 30 de septiembre de 2010

True Magic











Un uso exquisito de la luz, del difuminado, de las distancias, del aire y la perspectiva le confieren un halo de magia a todas las fotografías de este artista finlandes, Latyrx.

Little mermaid









Jeff Simpson crea unas imágenes oníricas, casi abstractas, llenas de fuerza, pinceladas enérgicas y un toque brutal, descarnado y violento.

Se me ha enfriado el té


Lpdragonfly

Ay, qué rápido se enfrian los sueños a veces...

250 Aniversario de Faber-Castell



"Faber-Castell is the world’s oldest and largest manufacturer of wood-cased pencils, and its “Art & Graphic” range enjoys the respect of artists, both professional and amateur."
Para celebrar que en el 2011 cumple 250 años sacará a la venta esta edición especial, limitada a 1761 copias, de sus "cajas de herramientas". Una auténtica preciosidad, para enamorarse. Estarán a la venta durante el mes de octubre, en colette .

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Jack Mushroom







Florent Courty
Ahora que empiezan a salir las setas, ando por los bosques buscando pequeñas sorpresas: ciuadades en miniatura, criaturas de otro mundo, hongos pesadillescos y setas de espigados pies cubiertas de rocío... Me encanta el otoño.

Juntos


Yaryshev Evgeny

"Oh, sí, le habían enterrado junto a ella"

Menos es más: Blanco y negro









Hengki24, artista indonesio, va a la raíz misma de las imágenes, a la estructura de la luz y las sombras que las componen, echadle un vistazo a su portfolio en Deviantart.

martes, 28 de septiembre de 2010

Mask & Mirrors







Como mi disco favorito de Loreena McKennitt el impresionante potfolio del fotógrafo estadounidense WinterWolf. Sus obras tienen un aire nostálgico, levemente mágico y mistérico, y tierno y cercano a la vez, siempre me han parecido ligeramente otoñales.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Casi hundido







Nautical installation by Josh Beckman
All images by Marianne Williams

viernes, 24 de septiembre de 2010

Sueños


Ture Ekroos

"No hay mucha gente que sepa cuántas maravillas se les abren en las historias de la juventud, ya que cuando somos niños oímos y soñamos, albergamos ideas a medio cuajar, y cuando al hacernos hombres intentamos recordar, nos vemos estorbados y convertidos en seres prosaicos por el veneno de la vida. Pero algunos de nosotros nos despertamos en mitad de la noche entre extraños fantasmas de colinas y jardines encantados, de fuentes cantarinas al sol, de acantilados dorados a la vera de mares brumosos, de llanuras abiertas en torno a somnolientas cuidades de bronce y piedra, de la severa compañía de héroes cabalgando blancos caballos engualdrapados junto a espesas selvas; y entonces sabremos que hemos vuelto los ojos a las puertas de marfil del mundo de prodigios que fuera nuestro antes de convertirnos en sabios e infelices."

"No está muerto lo que puede yacer eternamente; y con el paso de los extraños eones, incluso la Muerte puede morir."

Howard Phillips Lovecraft

Por los sueños que se cumplen


DeviliZer

y por el té, reconfortante en invierno, refrescante en verano, alimento y espítu.

Home is where the heart is






Aaron Jasinski

jueves, 23 de septiembre de 2010

Seth Fitts







"I don't really know how to categorize my work, though Neo-Surrealist seems fitting."

Este artista estadounidense ha creado un pacto entre la abstracción, la ilustación infantil y los densisímos colores de las miniaturas medievales, los rojos son intensos, los azules, vivos, y en la gama de los marrones cabe el mundo.
Es un auténtico placer echarle un vistazo a su portfolio en Deviantart.

martes, 21 de septiembre de 2010

Que tú estés aqui


Joseph Rossbach en Deviantart

Afuera llovía,
no lo sabíamos,
no es metáfora de dolor,
aunque pudiera serlo,
el que estuviéramos en una cueva,
solos,
a oscuras,
ya nos queríamos,
y lo sabíamos,
aunque muy, muy dentro.
Fuimos sin luces
porque cerca había una oquedad abierta al cielo,
la luz entraba a cuchilladas,
en perfectos cortes,
pero, nos dejó sin aire,
en la luz había agua suspendida,
casi quieta,
entre nosotros, la oscuridad,
la luz y el aire preñado de bruma,
bajaban tan despacio las gotas,
atrapadas en los duros conos de luz,
que parecían flotar.
No podíamos ver el cielo,
imaginamos que resbalaban de raíces y ramas.
Millares de gotas atrapadas
en los duros vórtices de luz blanca,
demorando su caída,
haciendo del aire lleno de bruma clara, brillante,
un milagro.
Temía respirar,
por si rompía aquel hechizo,
tenía que ser un hechizo
Di un paso atrás,
estabas allí,
sobrecogido.
Fue magia,
y es que veces,
el saber cómo es una cosa
no cambia la percepción de
que sea realmente mágica,
y aquello,
tan hermoso,
diáfano,
frágil,
y enteramente nuestro,
era magia,
Como todo lo demasiado hermoso.
Mi mano se fue sola,
conocedora,
a encontrarse con la tuya,
y nos quedamos muy quietos,
en silencio,
en el silencio
sombras
entre las sombras de la cueva,
atrapadas,
como polillas enamoradas,
por la luz que el agua,
lenta,
muy lenta,
dividida en millones
de cristales iguales,
multiplicaba en su vientre.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Caminos soñados



En el hogar el fuego es rojo,
y bajo techo hay una cama;
pero los pies no están cansados todavía,
y quizá aún encontremos detrás del recodo
un árbol repentino o una roca empinada
que nadie ha visto sino nosotros.
Arbol y flor y brizna y pasto,
¡que pasen, que pasen!
Colina y agua bajo el cielo,
¡pasemos, pasemos!

Aun detrás del recodo quizá todavía esperen
un camino nuevo o una puerta secreta,
y aunque hoy pasemos de largo
y tomemos los senderos ocultos que corren
hacia la luna o hacia el sol
quizá mañana aquí volvamos.
Manzana, espino, nuez y ciruela
¡que se pierdan, se pierdan!
Arena y piedra y estanque y cañada,
¡Adiós, adiós!

La casa atrás, delante el mundo,
y muchas sondas que recorrer,
hacia el filo sombrío del horizonte
y la noche estrellada.
Luego el mundo atrás y la casa delante;
volvemos a la casa y a la cama.

Niebla y crepúsculo, nubes y sombra,
se borrarán, se borrarán.
Lámpara y fuego, y pan y carne,
¡y luego a cama, y luego a cama!


Bilbo Bolsón
J.R.R Tolkien
El Señor de los Anillos.
La Comunidad del Anillo.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Natalia Pierandrei







Me encanta esta ilustradora italiana totalmente fascinada con la época victoriana, los colores sepias y las perspectivas cinematográficas.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Yum Yum London's adorable toy designs








"Who is yum yum ?
Yum Yum are Beth Algieri and Jonny Plummer, two directors / designers with a common passion for creating new and exciting things."

Viajar al pasado







Rico Holmes es un verdadero maestro, la textura de la piedra, la forma en que la luz es casi líquida y densifica el aire, los juegos de sombras, la viveza de los árboles... Es evocador y al tiempo muestra el detalle y la técnica de un relojero. Es un verdadero placer darse una vuelta por su portfolio .

martes, 14 de septiembre de 2010

Caminos


Ismail Basarani en Deviantart

Tras el puente viejo halló un sendero, tierra pisada, piedras apiladas mostrando el camino, la hierba casi lo había escondido. Hubo otras gentes allí antes de que sucumbieran bajo el peso de las hordas del Norte, antes de que los cada vez más crudos inviernos borraran hasta los dibujos de las piedras, antes de que olvidaran.
Tenía hambre, ojalá no pensara en esas cosas, hambre y frío, y le dolían los pies, y la garganta, y había algo negro, pesado, llamándole tras sus ojos.
El río era bravo y profundo, espejo y pozo, verde y negro bajo el cielo emplomado, susurrante bajo la sombra de los gigantescos árboles, demasiado grandes, largas algas muy verdes le acariciaban la superficie burbujeante. Bajo el puente, sin embargo, se empantanaba, brevemente, se demoraba y hasta amansaba, como adormilado.
La primavera se había acabado, la estación de lluvias se acercaba, las noches eran cada vez más largas, y los amaneceres tibios. No tenía adónde ir, y en ese vagabundear era la primera vez que veía los restos de un camino. Pequeño, sí, humilde, sí, quizá simplemente llevara a las ruinas devoradas por la hiedra de una casucha, pero era un camino.
Aquella tierra había sufrido el peso de muchas guerras, pero se había cerrado sobre sí por abandono. Se decían muchas cosas, siempre se dicen muchas cosas, y lo más probable es que fueran ciertas. No le importaba, quería que no le importara. También él había sobrevivido a muchas guerras, pero la última herida, la que siempre mataba, había sido el abandono. Él, que había vivido y matado bajo la ley de la espada, el más hábil y disciplinado, él, cuyo nombre se pronunciaba con temor, cuya sombra se alargaba por sobre todos los confines y fronteras del mundo conocido, por el que viajaban los más jóvenes y temerarios para desafiarle, él, héroe, favorito de reyes, y de nobles despiados, soldado, capitán y mercenario, espia y prohombre, enviado real y sombra: Nada. Vencido por unos ojos oscuros, en los que cabía el mundo todo, llenos de lágrimas.
Se sentó en el pretil, oyendo el rumor del agua al estrellarse, rumorosa, sobre el tajamar. Estaba más que cansado, ojalá más allá del dolor. Su reflejo era borroso y móvil, una criatura cubierta de largas algas verdes y negras. Dos luces paralelas, claras, emergieron del fondo, dándole ojos a la imagen que le devolvía el agua, unos ojos claros y viejos, llenos de fuerza. Se le detuvo el corazón en el pecho. Una suave brisa venía de entre los árboles, haciendo sonar las copas y rodar las hojas, ya doradas, anuncio del otoño, sobre las losas de piedra del puente. Era una brisa cálida, y olía a resina de coníferas. Su reflejo se movió y deshizo en jirones al emerger la criatura a la superficie, tenía los ojos azules y el largo cabello blanco, la boca permanecía bajo el agua, sus manos y brazos, muy blancos, se movían bajo las algas como bailando. Se puso en pie, con lágrimas en los ojos. Había olvidado, porque para ser hay que olvidar, porque para hacer lo que hay que hacer hay que olvidar, la vida es un camino más, y para andar siempre adelante hay que olvidar; pero recordaba, esos ojos, esa luz atrapada en su piel, aquél olor fragante y cálido.
Mentían las leyendas, ella no otorgaba espada, no vestia de rocío y plata, no se enseñoreaba de ningún lago, pero sí que otorgaba...
Se metió en el agua, despacio, estaba fría, tan fría que cortaba, y ojalá no le importara, pero importaba, la espada en alto, sobre los antebrazos armados, en señal de respeto. El agua cambió de color cuando entró en ella, grna y negra por toda la sangre que había derramado y perdido, por tanta sangre que portaba.
Bajó el río rojo desde entonces, y muchas, muchas leguas más abajo, en paisajes sin árboles y llanos, amarillos de cereal y abrasados por un sol que bien pudiera haber ser otro distinto del que apenas se asomaba en el Norte, pensaron que el agua había cambiado su curso y ahora traía herrumbre con ella.
A veces las cosas son sencillas otra vez, a veces la luz es dulce y buena, y no cuchilla que destroza los sueños: Recordaba amaneceres sobre campos de batalla, la tierra humeante de niebla, los buitres y cuervos sobre las raíces negras, algunas aún móviles, que eran los cuerpos retorcidos de los hombres y las monturas, los fantasmas que no lo eran recorriendo su penitencia de cuerpo en cuerpo, de mirada vacía en mirada vacía, recordaba amaneceres en plazas de ciudades atestadas, cadalsos y hogueras aún apagadas aguardando, recordaba amaneceres que le arrancaban de lo único que consideraba propio, que hasta la espada sabía prestada, sus sueños, los que le llenaban cuando estaba despierto. Por eso odiaba la luz, por eso odiaba la mañana, las horas frías que preceden al alba... y sin embargo... sin embargo, aquél momento era dulce y perfecto, como si jamás hubiera habido otro, como si careciera de pasado...
Y otra vez tenía ocho años. Sin cicatrices, sin culpa, sin cansancio, sin el peso de lo visto y vivido, sin sangre y lágrimas en las manos.
Y ella estaba allí, tal y como estuvo, entera, en pie frente a él, desnuda como el cielo, como el agua, como la luz. Y supo que le había dado la oportunidad de irse, que podía haber dejado el puente y tomado el sendero. Y semejante generosidad le dejó mudo, temblando de gratitud.
Ella le tendió las manos claras, frías como la nieve virgen, y la espada se fué al fondo del río, la espada que fuera de reyes, que dijeron, una vez la vieron desnuda en sus manos, que fuera forjada por demonios, levantó el barro del fondo y se enredó entre las largas algas, verdes y negras. Sabía que era prestada, era hora de devolverla. Y tenía otra vez ocho años, y ella le miraba desde el agua, pura, hermosa y abisal.
Y de nuevo fue infinito el cielo, e infinitos los caminos, y una primavera eterna, limpia, sin sangre, sin cohortes de fantasmas, sin recuerdos, se aposentó en un corazón que otra vez era joven, dueño de sus sueños.
No habría amanecer frio e inclemente que los desbordara.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Ojos azules


Yu-Jie Yu en Deviantart

El valle lo abrió el paso rápido, como descuidado, furioso y joven, del arroyo. Descendía ajeno a la maldición que decían pesaba sobre el lugar del que nacía, el vientre negro, subterráneo, de las más altas montañas de la cordillera.
La cueva era profunda y negra, de ella surgía frío y el rumor incesante que confundían con cánticos oscuros, paganos, antiguos. Las aguas que de allí partían veloces hacia el mar eran muy caudalosas, olían a nieve, y a las profundidades de la tierra. No era un largo velo de plata, no era un rumoroso camino blanco, no merecía canciones, siempre estaba revuelto, siempre era joven, arrastraba ramas, tierra, y piedras imposiblemente redondas, surgía de la negrura y se alejaba, saltando, horadando la piedra y cambiándola, más allá del bosque infranqueable, más allá del circo de piedra que cerraba el valle, quién sabía hacia dónde, por eso no lo consideraban propio, por eso no le pusieron nombre, por eso estaba maldito, y le odiaban. El arroyo era duro y frío, y sólo en las pozas, también redondas, abiertas a la piedra clara, donde el agua se detenía apenas, sobre nichos de piedras redondas cansadas de rodar, había criaturas, ranas pequeñas, diminutos peces transparentes, algún musgo del mismo color verde profundo que el agua quieta. Quizá más allá se amansara, se asentara, se arrastrara claro y abierto bajo el cielo, llenándose de peces, aves zancudas y las ramas bajas, como manos calmas, de los árboles ribereños, mas allí era un curso brioso y malo, siempre nuevo y al tiempo sucio y peligroso. Lo odiaban, y no le pusieron nombre. A veces, decían, en los saltos cuajados de espuma clara como bordado de virgen, venían prendidas canciones antiguas, viejas palabras, voces quedas, de los que ya no estaban, y se santiguaban, y retiraban del agua, frontera entre mundos, paso a la sombra. Cruzaba también el bosque oscuro, maldito como lo estaba el cielo sobre él, gris y denso por la niebla que siempre ascendía de las casi infinitas ramas de los árboles. Se atrevía a cruzar el bosque. La última parte del muro natural que cerraba el circo en el que se hallaba el valle. A veces se oían voces entre las ramas, entre los jirones de niebla, pájaros fantasmales que parecían anunciar el fin se aclaraban la garganta y repetían las voces que, entre las desnudas ramas, llevaba el agua. Decían que más abajo, dentro ya del bosque, estaba el esqueleto negro de un puente, venido abajo, inútil. Debió haber sido importante, grande, nadie lo recordaba, nadie sabía cómo podía alzarse semejante construcción, enfrentarse a la corriente, de dónde habían traído la piedra, cuando toda la de allí era blanca. El Diablo debió hacerlo, resolvieron, pero no terminarlo. Nadie se preguntó a dónde llevaba, estaba muerto, se internaba en el bosque, se asomaba al agua, eso les bastaba. Tenía poderosas raíces, decían, los que hasta allí se acercaban, refugio de lobos, de sombras, asidero del agua, decían los demás, y cada vez eran menos, los que se acercaban. Mal sitio: el bosque, el agua encantada, camino de sombras, el puente inútil, refugio de lobos y alimañas.
Bajo la niebla, que ascendía del agua rumorosa, que se estrellaba contra las lindes de piedra del dominio de los árboles, el bosque respiraba. También tenía secretos, y corazón de leyenda. Sus ramas negras, siempre envueltas en niebla, se tragaban el sol cada día, abrazando con fiereza la noche. Y de noche, ay, de noche, ni el constante bramar del agua, vehículo de voces pasadas, acallaba las voces de las criaturas del bosque. Y había cánticos, y las sombras herían la niebla, aullaban las alimañas, bajo las estrellas, todo esto veían, y oían muy dentro, los que de noche miraban, decían, la luz nos protege, de noche cae el velo y la otra cara del mundo se apodera de él, es malo asomarse a la noche, es malo mirar a las sombras, cuando miras al abismo, el abismo mira en ti, decían los demás, y cada vez eran menos, los que de noche miraban.
Así que no supieron cuándo calló de pronto el bosque, cuándo dejó de bailar la niebla, cuándo hasta el arroyo, hijo de sombras, siempre nuevo, pasó bajo los restos del puente frenándose sobre las piedras redondas. Sorprendidos.
Había un jinete en el puente, embozado en capa de lana, traía la espada a medio envainar y conocía las canciones que repetía el agua. Podía haber sido una sombra, un fantasma, no lo era. Bajó el caballo al paso el talud de piedra hasta el agua, oscura y furiosa, y como no tenía miedo, ésta, cansada de estar maldita, le dejó pasar.
Se hundió en la niebla que exhumaba la blanda tierra negra del bosque, que hasta las rodillas le llegaba al jinete, y como no tenía miedo de la oscuridad, pasó entre los árboles, arrojando, sin ruido, miles de pájaros negros al negro cielo estrellado. El bosque, vientre de sombras, le miró, y sonrió, el viajero sabía su nombre, conocía el nombre del valle, de los caminos perdidos, y de las montañas que formaban la cordillera.
Y le dejaron pasar, aquella noche preludio de todo lo demás, porque todos reconocieron, porque eran viejos y malos, los ojos azules del hombre.

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