Todos somos nómadas en sueños,
como tras el velo lo fuera Basho.
Criaturas de tierra y fuego
Presos y señores de cada camino
Desde el alba hasta el mar
Huellas que se borran antes de andar
Desde esta blanca orilla hasta
el inicio oscuro de cada final
Sombras en el origen
de las raíces de cada lugar
Temblor y expectación,
la luz que precede a cada inspiración
Horizonte, promesa y botas viejas
Lágrimas, espera y enseña,
los que se van, y los que se quedan
Ulises y Penélope
Barcos y sirenas
En sueños todos somos nómadas
devoradores de amaneceres
viajeros sin metas,
exploradores de la belleza,
aunque siempre quede en los parajes,
anhelados más que soñados,
la sombra fría y silente,
de la conciencia que no duerme
esa que nos recuerda,
que nuestros pies y corazones despiertos,
tienen raíces en nuestra tierra,
que no hay nada más amado,
que los brazos y miradas,
de los que nos pertenecen.
(Y a quienes, más que a la tierra
o a la vida,
o al territorio infinito y cambiante de los sueños,
pertenecemos)
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