martes, 21 de septiembre de 2010
Que tú estés aqui
Joseph Rossbach en Deviantart
Afuera llovía,
no lo sabíamos,
no es metáfora de dolor,
aunque pudiera serlo,
el que estuviéramos en una cueva,
solos,
a oscuras,
ya nos queríamos,
y lo sabíamos,
aunque muy, muy dentro.
Fuimos sin luces
porque cerca había una oquedad abierta al cielo,
la luz entraba a cuchilladas,
en perfectos cortes,
pero, nos dejó sin aire,
en la luz había agua suspendida,
casi quieta,
entre nosotros, la oscuridad,
la luz y el aire preñado de bruma,
bajaban tan despacio las gotas,
atrapadas en los duros conos de luz,
que parecían flotar.
No podíamos ver el cielo,
imaginamos que resbalaban de raíces y ramas.
Millares de gotas atrapadas
en los duros vórtices de luz blanca,
demorando su caída,
haciendo del aire lleno de bruma clara, brillante,
un milagro.
Temía respirar,
por si rompía aquel hechizo,
tenía que ser un hechizo
Di un paso atrás,
estabas allí,
sobrecogido.
Fue magia,
y es que veces,
el saber cómo es una cosa
no cambia la percepción de
que sea realmente mágica,
y aquello,
tan hermoso,
diáfano,
frágil,
y enteramente nuestro,
era magia,
Como todo lo demasiado hermoso.
Mi mano se fue sola,
conocedora,
a encontrarse con la tuya,
y nos quedamos muy quietos,
en silencio,
en el silencio
sombras
entre las sombras de la cueva,
atrapadas,
como polillas enamoradas,
por la luz que el agua,
lenta,
muy lenta,
dividida en millones
de cristales iguales,
multiplicaba en su vientre.
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