La pátina que este fotográfo austríaco,
Hupsi , le da a sus obras las dulcifíca y aleja en el tiempo a una, una gozada. ¿Por qué será que los objetos cotidianos que apenas tienen cien años nos parecen nos parcen más viejos y cacharrosos que objetos de la Edad de Bronce? Una máquina de escribir, por ejemplo, que tenga unos setenta años, ¿no parece indeciblemente vieja e inútil? Casi nos es más ajena que un kukri, o un gladium oxidado.
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