sábado, 21 de noviembre de 2009

Omnia mea mecum porto



Ya tengo en mis manos "La Dama del Lago" (la primera parte) después de tres años de espera. Es curioso cómo, después de tanto tiempo, de tantas y tantas cosas, de lo mucho que esta yo que estoy siendo haya cambiado, siga habiendo anclas, puertos, bahías, que me confrontan una y otra vez con lo que he sido y nunca dejaré de ser. El libro, amén de un gran viaje muy esperado, está siendo un curioso espejo, y no como el de Oesed, que muestra aquello que anhelas, sino uno que me lleva a lo que está más allá de mi simple reflejo cambiante, al fondo mismo que parece ser inamovible.

La cita del título se le atribuye, aunque no sin discusiones, a Cicerón: Paradoxa Stoicorum, I, 8: "...y yo nunca diré que he perdido mis bienes si es que pierdo ganado o ajuar, y no dejaré de alabar a menudo a aquél que se llamaba Bías, según pienso, que se cuenta entre los siete sabios de Grecia; cuando los enemigos habían conquistado su patria, Priene, y los demás huían de ella de tal manera que llevaban consigo gran parte de sus pertenencias, alguno le llamó la atención, para que hiciera él lo mismo que los demás. Él contestó: "Eso es lo que hago, pues llevo conmigo todas mis cosas".

Es lo que siempre he querido, ser yo misma mi patria y destino, mi camino y mi horizonte.

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