miércoles, 15 de abril de 2009

Las Brujas de Esmirna


"Unos días antes de irnos, Catina arrastró los pies hasta mi cama.

-¿Te vas a morir? -Le pregunté

-Ahora ya no. No tengas miedo. Me he redimido. Estaremos juntas para siempre. Y cuando me necesites, sólo tienes que encender una vela y vendré a hablar contigo. Hablaremos de lo que quieras.

-¿Tú tienes muchas hijas?

Levantó las cejas.

-Sólo te tengo a ti. ¿De dónde has sacado que tengo muchas hijas?- preguntó preocupada

-Esa mujer... la que iba vestida de negro

-¿Te acuerdas de ella?

-Creo que sí.

-No hay ninguna mujer de negro -Dijo al principio. Luego cambió de opinión- La mujer de negro es la madre de todas nosotras - dijo decidida-. Es la que decide nuestro destino.

-¿Es algo así como un dios?

La tía tiró de las sábanas y me tapó los hombros, porque pasó un poco de aire. La ventana se quedaba abierta toda la noche.

-¿Cómo qué dios?

-Como Cristo. ¿Quién más puede ser el buen Dios?

-Muchos. Todos los dioses son buenos. Tanto Cristo, como Buda, como Alá les piden a los hombres que hagan el bien.

-Nuestro dios es el mejor.

El viento se enfureció. Junto con las fragancias que traía de los dondiegos dentro de la habitación, movió las cortinas. Tenían que ser viejas, porque los flecos estaba deshilachados y la muchacha de Leros les había remendado el dobladillo. Les venían grandes a las puertas del balcón y se arrastraban sobre las tablas de madera. Las ventanas de la casa de Egina parecía que estuviesen vestidas con ropa ajena. Principesca, pero ajena.

-¡No le puedes decir a un niño de Arabia que tu dios es mejor que el suyo! Porque él te contestará lo mismo.

-¿Cómo se llama la mujer de negro?

-Atarti.

-¿Y ella en qué dios cree?

La tía apagó la luz de la mesita para que me durmiera. Si lo hubiera hecho mamá, habría protestado. Tenía miedo de la oscuridad y la luz de la mesita tenía una tulipa con dibujos de Mickey Mouse. Cuando la encendías empezaba a dar vueltas y proyectaba en las paredes los dibujos de Mickey y Donald, tan grandes como yo. La habitación daba vueltas como un parque de atracciones y yo me dormía la mar de contenta. Con la tía no protesté. En medio de la oscuridad total, la escuché decir:

-Todos los hombres son iguales. Si les cuentas un chiste, se reirán, si los asustas, tendrán miedo, si los golpeas, les dolerá... El cuerpo y el alma son los mismos, creas en el dios que creas, vivas donde vivas, seas del color que seas. La madre Atarti cree en sus almas."


Las Brujas de Esmirna. Mara Meimardi. Ed. Berenice


En la obra, que ya ha sido comparada con 'La casa de los espíritus' y 'Como agua para chocolate', se narra la historia de una joven llamada María que hereda de su tía un gran baúl lleno de escritos, conjuros de amor, recetas y maldiciones que fueron utilizados por ésta para vengarse de los hombres en una sociedad como la otomana en la que la opresión masculina sobre la femenina era manifiesta. Estos ingredientes sobrenaturales utilizados como forma de combatir el opresivo machismo, así como las descripciones y críticas que sobre la sociedad turca realiza la autora, ha provocado el rechazo de las autoridades otomanas a este manuscrito, razón por la cual les ha llevado a prohibir la venta del libro en este país y a acusar al editor Abdullah Yildiz de “denigrar la identidad nacional”, una imputación que le enfrenta a varios años de cárcel.

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